La velocidad viral que la Gripe Porcina ha alcanzado en las redes sociales en Internet es mucho más rápida de lo que alcanzará en la vida real.
Por lo menos así lo pude comprobar personalmente durante el fin de semana pasado mientras vivía, como cualquier otro día en Twitter.
Me enteré de esta posible pandemia a través del servicio de microblogging al ver que uno de los términos más populares del día sábado era #swineflu. (gripe porcina)
Como buen Ser Humano que ha tenido la suerte de estar vivo los últimos dos años, comencé a buscar la más información sobre el evento noticioso NO en los medios tradicionales, sino a través los medios sociales de Internet.
Me puse a leer solamente lo que se comentaba en Twitter, y en pocos minutos sentí pánico: El mundo se iba a acabar en pocos días más porque una persona tuvo relaciones sexuales con un cerdo y ahora todos tendremos que pagar por ello.
Lo primero que pensé fue:
- Estúpido Ser Humano zoófilo que se acuesta con animales.
- No voy a comer más carne de cerdo, ya que está infectada con el virus.
- No voy a viajar a México porque la gente se está muriendo por decenas rápidamente.
- No voy a mandar a mis niños al colegio ni voy a dejar que tengan contacto con sus semejantes en lugares públicos.
- Voy a ir a misa para buscar el Perdón Divino antes de que se acabe la Humanidad y así garantizar mi lugar en el Cielo.
- (nuevamente) Estúpido zoófilo.
Obviamente, mucho de lo anterior no es verdad y varios puntos son un mito. Sin embargo esa era la realidad que se vivía en Twitter (y todavía se vive).
La misma comunidad social que en menos de 48 horas logró poner a disposición de la Ley a dos estúpidos trabajadores de la cadena Dominos, es la misma que ahora falló brutalmente logrando crear caos y pánico digital a ciento de miles de personas.
Twitter es tan poderoso que su propio peso también logra desinformar a la comunidad.
Es por eso que tengo que repetir y reafirmar una vez más que los medios sociales están todavía en una etapa demasiado inmadura, incrédula y desorganizada.
Voy a comenzar a poner un poco más de atención a los periodistas que, mal que mal, han estudiado por años su profesión y tiene como obligación moral verificar las fuentes y dar a conocer las noticias de la manera más neutra posible.
Lo que sí es cierto es que Twitter es un reflejo de lo que somos y hacemos las personas en la vida real. Cuando nos enfrentamos a un suceso de importancia, todas las acciones que cometemos tienden a ser de una manera netamente emocional, produciéndose un ambiente de descontrol altalmente exagerado y contagioso. A medida que pasa el tiempo, la situación se neutraliza y se asoma la realidad de los hechos.
Lo que pasa es que ahora tu y yo, como individuos, tenemos en nuestras manos un micrófono con un poder de amplificación tremendo que nos permite gritar a viva voz lo que sentimos segundo a segundo hacia una comunidad que ha decidido voluntariamente a escucharnos.
Los medios tradicionales no van a morir en su esencia. Puede que desaparezcan como los conocemos hoy en día, pero por lo menos estarán ahí para indagar de una manera (supuestamente) más profesional y menos emotiva los acontecimientos.
Sólo basta recordar el 2 de octubre de 1985 cuando el SIDA comenzó a nacer oficialmente en los medios debido a la muerte del actor Rock Hudson. En aquel entonces, teníamos que esperar el periódico del dia siguiente (o las noticias de TV) para concoer lo sucedido durante las últimas 24 horas.
Los medios de entonces eran una decena de emisores y millones de receptores. Hoy, gracias a Twitter, somos millone de emisores llegando a otros millones de receptores.
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