La siguiente columna la escribí para El Post a petición de un gran amigo que casi me toma preso por no haber escrito nada sobre la muerte de Steve Jobs. La verdad, como todo y tanto ya se había dicho y se seguirá diciendo sobre Jobs, pensé que no tenía nada más que agregar. Sin embargo, recorde los inicios de mi vida tecnológica y me dí cuenta que sí tenía algo importante que confesar... Aquí va!
Soy un No-Apple-Fanboy
(Alexander Schek, El Post, Octubre 7, 2011)
Simplemente odio a la Muerte y nunca la voy a aceptar. Es un sentimiento que tengo en mi ya por 40 años y nadie podrá re-programarme.
Ya sé que no es una alternativa en la vida pero bueno, este post no es ni sobre mí, ni sobre la religión, sino que sobre una persona que nadó contra la corriente para hacernos disfrutar de una vida tecnológica más real y menos cibernética.
No acepto la muerte de Steve Jobs. No puede ser que un supuesto Ser Superior decida acabar con la existencia de un hombre de tan sólo 56 años, simplemente porque tenía una enfermedad que sólo unos cuantos miles tienen al año y que ni un sólo centavo de sus billones podía curar.
Es muy extraño, pero nunca me había sentido tan triste por una persona que nunca conocí...
Tuve la experiencia de vivir todos los éxitos y fracasos de Steve Jobs mientras disfrutaba de mi estatus de Mr.Chips. El mismo que en la década de los ochenta y noventa, mientras tu mamá y papá te estaban haciendo, era considerado el Rey de Reyes en el mundo de la tecnología, en un país altamente tecnologizado llamado Chile... (Lamentablemente, mi última afirmación no me va a hacer inmortal)-
Como buen y fiel Geek, o nerd de la época, tengo que confesar que odiaba de todo corazón a las computadoras Apple. La razón era muy simple y lógica: no eran maquinas cocinadas en los hornos de IBM o Digital, ni tenían cabida en la Biblia de Microsoft. Amar a las manzanas en esa época simplemente no era cool. Y por muy superiores que tal vez fueran, o todavía sean, no fueron nunca bendecidas por la mano de Bill Gates. Eso en el manual del Geek de los '90, simplemente era el equivalente a casarse con el diablo.
En los noventa solamente había un reducido y selecto grupo de amantes de Apple. No existía el Internet que hoy conocemos, y ese simple hecho hacia que el dinero de Marketing de Microsoft generara mucho más ruido que cualquier intento social de evangelizar a Apple en la vida del consumidor.
Contrariamente a mis sentimientos del pasado, hoy tengo que confesar que Steve Jobs no fue un Dios, ¡pero Puta Madre que estuvo cerca de serlo!
Uno de los momentos más importantes en la vida de Steve, fue irónicamente uno de sus mayores fracasos: a comienzos de los '90 su sueño y visión futurista llamado NeXT, se fue a la misma mierda. Gracias a Dios, nunca tuvo el éxito comercial esperado, o si no, no estaría escribiendo este post desde mi amado y sobrevalorado iPad2, ni mis hijos estarían viendo la película Toy Story.
No creo que Steve Jobs haya revolucionado al mundo actual, pero sin lugar a dudas ejerció una fuerza lo suficientemente poderosa para cambiar el rumbo de la tecnología y del consumidor final. Y eso es más que suficiente para idolatrarlo y pagar un poquitito más por sus productos, blancos y eróticamente atractivos.
Es curioso verlo de esta manera, pero si lo piensas bien, Steve Jobs nunca creó un "producto". Él fue más allá y fue capaz de inventar una generación de seres humanos. Más allá de un iPod, iPhone o iPad, estableció una norma por la cual vamos a regirnos en las próximas décadas, nos guste o no. El estándar ya fue establecido. y si recuerdas bien el pasado, ni Motorola, Nokia, ni Palm, teniendo al toro por los cuernos, fueron capaces de hacerle cosquillas a una posible revolución. Steve Jobs tuvo la cara de raja de, unilateralmente, escribir un párrafo en el libro de historia de nuestro mundo tecnológico.
No murió ni un Dios ni un físico famoso rodeado de premios Nobel. Falleció Steve Jobs, antes que nada, un ser humano que fue capaz de rebajarse egoístamente al nivel más básico del mortal común para entregarnos soluciones, no productos y responder a necesidades, no a fórmulas de mercadeo estadísticamente comprobables.
Yo no lo voy a echar de menos porque nunca lo conocí, ¡pero puta madre que la cagó para ser seco este huevón!
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