Por mucho más comunicativo que sea, el hecho de hablar, no necesariamente significa una mejor interacción entre humanos y computadoras.
Recuerdo en los años noventa, cuando participé en un proyecto de IBM como conejillo de indias jugando con el famoso software VoiceType (que posteriormente pasó a ser ViaVoice). Me pagaban por hablarle a un micrófono conectado a una computadora durante varias horas a la semana. Era muy entretenido, era sorprendente, era mágico, pero a la vez, tremendamente inútil para alguien que tiene la capacidad de mover los dedos y usar un teclado.
Una década más tarde, la misma tecnología de reconocimiento de voz ya está presente en casi todos los teléfonos celulares. Nadie lo usa, ya que nuevamente, es inútil.
La semana pasada, salió la aplicación Say Where para iPhone que promete navegar con tu voz por Internet usando el aparato de Steve. Funciona pero no es útil, ni mucho menos práctico. Se demora en procesar la información, y una vez que aparece, tienes que meterle dedo igual.
Yo todavía me quedo con mis dedos para interactuar con la tecnología. No sólo porque tengo 10, sino porque me ayudan a cometer menos errores, además de que soy medio tartamudo. (Foto cortesía de Chiceaux)
Últimos comentarios