Cometí un error que no me lo puedo perdonar. La tentación era tan grande y el resultado tan refrescante que ignoré por completo mi sentido común.
Bueno, hace unos días, le entregue ciegamente a una innovadora empresa Web 2.0 mis nombres de usuario y claves personales de todas mis cuentas bancarias y todas mis tarjetas de crédito. Como recompensa recibí una serie de gráficos preciosamente elaborados que en definitiva me confirmaban una vez más que me quedan muchos años todavía de duro trabajo.
Mint.com es un impresionante y bien logrado servicio financiero online que cumple su promesa de organizar y visualizar tus finanzas personales. No en vano se ha llevado varios premios de innovación en la industria. Pero también se ha llevado todas mis claves de acceso a mis instituciones financieras. Claro, yo si confió en ellos, pero esto ya no es un tema de confianza, sino de seguridad.
No sólo ahora corro el riesgo de que la gente detrás del servicio haga de las suyas con mi información, sino que también Mint.com sea víctima de un ataque de Hackers.
Y porque me preocupo tanto de los ataques? Pues bueno, en vez de que los Hackers distribuyan sus esfuerzos de obtener información personal en varias instituciones financieras por separado, simplemente puede ahora centralizar sus ataques a Mint.com con un botín mucho mayor.
Y no me importa lo que Mint.com diga, por muy buena seguridad que esta diminuta empresa tenga, tenemos que recordar que empresas gigantes son víctimas de ataques exitosos diariamente.
Una vez más, mis ojos vieron mucho más que mis instintos.
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